Workaholic

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Se retira a dormir en su mesa de trabajo, pone las manos en el teclado y sueña. Busca a un lado, al otro, mira arriba, mira abajo, no ve a nadie pero se da cuenta que tiene una nueva dueña. Ella no tiene ojos de mar o sonrisa sureña, posee sus días, posee sus noches, pidiéndolo todo pero sin hacer mella.
Es celosa sin querella, amigable sin dobles miras. Le promete un futuro a cambio de sus días.  Él acepta gustoso, esperando no robarle a nadie.

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