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Son los años 20’s la gente celebra el fin de la guerra, las mujeres y los hombres bailan en las noches con el sonido de la felicidad negra, el jazz llena un barecito provinciano en Paris las ondas de la música salen de los fonógrafos golpean viejos cuadros y rebotan en las paredes de roble moteado, saltan alrededor de 12 zapatos sueltos en el suelo, les da vida haciendolos felices. El pequeño lugar no puede contenerla y los soniditos salen por una ventanita hacia la noche fria, dejan la luz de la ciudad, vuelan hacia el espacio, sus vibras aun son fuertes, quizá lo logren haciendo un agujero en una nube, que por un instante baila un jazz jugueton. Sube, sube, traspasa las capas de aires escaso les va envolviendo el negro de una ciudad demasiado lejos, el esparcido aire les adelgaza, se van extinguiendo con la luz de las estrellas, se le va yendo la vida, ya son sino debiles soplos vano en el enrarecido, frio y muerto aire del espacio infinito.