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-Voy a aceptar que no todo lo que escribas tiene que pensarse para que valga la pena leerse. Hay que expulsar la mierda del sistema para que las aguas limpias puedan fluir. Como en las alcantarillas de las ciudades, necesitas tus propias tortugas ninja que combatan los males atorados entre los tuneles.

 -Mi firma, tiene trazos recargados en el margen izquierdo y otros trazos que corren apuntando hacia adelante, ese es el conflicto conservador/liberal. Tengo puntas afiladas en algunos finales, ese es el sadismo, pero estas puntas casi siempre se dirigen hacia adentro de las letras, la interpretación de eso no es muy dificil. Mi parte favorita son los detallitos aleatorios, producto del misfiring de mis neuronas.
Es occidentalmente fea, pero ahí estoy yo.

-Bajar viendo conejitos hechos de hojas y sombras de la noche, con las manos oliendo a mi viejo perro, al perro mas bonito, con un reclamo triste de mi madre en una esquina del corazón, con los ojos frios, la mente vacia, agotada por los esfuerzos de mantener los lazos familiares, mi sobrino al que tanta falta le hago y mi mejor amigo que se va a Taiwan probablemente por siempre. El no estar camino a la fábrica en la que se está convirtiendo el sueño. Los pendientes y el abuelo cada vez mas viejo, las frustraciones acumuladas que nublan la vista con gotas esparcidas por el ventanal del ojo. La deuda con la adicción mental, si no es al rostro corrupto por los reclamos que solo la compu jamas vio sentir, es la nueva adicción y sus bemoles, su placentero efecto incorruptible, instantáneo, gratificante, oculto para todos, dias enteros envuelto en su electricidad estimuladora ocultos para mi y por mi.

-Una inspiración divina me respondió, Porque no quiero volver a verla. Odie cuando me hizo odiar el rostro, siempre amen el rostro, la figurita iluminaba donde sea que apareciera, su presencia era embriagadora, un tsunami instantáneo en las calles. Cuando el tsunami se hizo de polvo y piedras con cemento la odie, odie que la realidad arruinara mi obra de arte, como si Van Gogh escribiera una novela sobre la noche estrellada, insultándola con su realidad, forzándote a ver cada palabra de dura e inmunda verdad, asi odie sus esfuerzos de arruinarme su rostro, no quiero ver mas un rostro tan manchado de agujas en la historia.

-Y los rostros nuevos, caras es lo único que veo, no soy hombre de cuerpos, soy un fan de lo que puede hacer el amor entre los ojos, del trabajo de las sombras en los pomulos y de la maestría de la naturaleza que traza labios, que los pinta de rosa, que escribe el acompañamiento cuando mis ojos recorren sus ojos, cuando ese acompañamiento suena a una nariz interesante, el que le da sabor único como susurrandote dulcemente “a que nunca habías visto esto”.
Solo quiero perderme en la lejanía de la quijada, de las sombritas duras donde la cara se vuelve cuello en las zonas perdidas y deserticas de las planicies que colorean mejillas extensas y expresivas. irme a ellas a pasar los ratos que la cuenta reversiva del juego entre la dirección de mis ojos y el tiempo sanamente aceptable de mirar un rostro me dan permiso.
Yo hago mi teatro para coleccionar caras riendo para conocerles sus momentos. Para mi se trata de ver las novedades de tu pintor vivo favorito encarnados en la envoltura de una piel morena y rosita o tenue y apiñonada, o blanca y de figuras duras y encuadre negro.

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