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Adoro la paz de la ausencia
la nada lejana que habla en susurros
que calma con satisfacción
segura consejera de las necesidades cumplidas
Estoy dispuesto a dar mi alma por un mar sereno
fundirme con el reflejo de la noche
volar como brisa sobre un espejo oscuro
hundirme en la penumbra de las profundidades
desvanecerme sin prisa
Dones simples de los que ignoran
gracias dadas sin esfuerzo
la quietud del que no se mueve
poema regalado sin escribir una sola línea

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