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Y mientras eran obligados a saltar los adultos no dejaban de gritar nombres incoherentes, haciendo malabares para mantenerse con vida, grandes enormes piedras de aire los rodeaban golpeando cada pelo de su cuerpo sin tocarles la piel, la sensación de que sus sentidos los engañaban solo despareció cuando el suelo quedo mudo y quieto una vez mas.

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